A veces, los pequeños gestos son los más importantes. Algunos cambios en nuestros hábitos nos pueden ayudar a ahorrar cantidades significativas de energía, a reducir las emisiones contaminantes y, lo que no es menos importante, a rebajar el importe de unas facturas cada vez más elevadas. Según el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, el gasto energético medio de cada hogar es de unos 1.000 euros anuales y supone el 25% del total del consumo energético del país. Reducir el importe de este gasto pasa por el uso eficiente de la energía. Unos pocos consejos sencillos nos pueden ayudar a consumir de forma más responsable y a conseguir que nuestra casa sea más sostenible.
El principal gasto energético de nuestros hogares es la electricidad. Desde 2008 su precio ha subido en un 60% y lo continuará haciendo en los próximos años. El ahorro de energía y dinero pasa, en primer lugar, por comparar las ofertas de las diferentes compañías y contratar la que más se avenga con nuestras necesidades teniendo en cuenta dos factores. Por un lado, el ajuste de la potencia eléctrica contratada con la que realmente necesitamos para garantizar el funcionamiento simultáneo de todos nuestros aparatos. Por otro lado, el hecho de que la tarifa nocturna sólo sale a cuenta si más del 28% del consumo se realiza entre las 10 de la noche y las 12 del mediodía del día siguiente.
El principal gasto energético de nuestros hogares es la electricidad. Desde 2008 su precio ha subido en un 60% y lo continuará haciendo en los próximos años.

Cómo gastamos la electricidad
Una vez elegida la compañía eléctrica, lo primero que hay que hacer es identificar en que se nos va el dinero. La mayor parte del consumo doméstico, el 48% según datos del Ministerio, corresponde al funcionamiento de los sistemas de calefacción y aire acondicionado. Los electrodomésticos consumen otro 29%. La cocina (7%), la nevera (6,6%), la televisión (2,6%) y la lavadora (2,6%) son los cuatro aparatos del hogar que más energía gastan. Si los tenemos que cambiar, mejor que sean de clase A+ o A++, que son los más eficientes energéticamente. El resto del consumo del hogar se reparte entre el sistema de agua caliente y sanitaria (19%) y la iluminación (4%).
Ni un grado de más
Mantener la temperatura adecuada, 20º en invierno y 25º en verano, al menor precio es nuestro principal reto. Para conseguirlo hay que mejorar el aislamiento de la vivienda, sellando puertas, ventanas y las cajas de las persianas con ribetes, vidrios dobles y láminas de corcho, respectivamente. No está de más, si la economía lo permite, sustituir los radiadores y la caldera de gas por aparatos más eficientes, como bombas de calor o calderas de condensación, que gastan un 30% menos de energía. También es conveniente instalar llaves termostáticas en los radiadores ya que, por cada grado de más, el consumo aumenta un 7%.
Cocina y lava con eficiencia
La cocina es la estancia que más energía consume de nuestra casa. Los fuegos de inducción son los más eficientes mientras que la mejor aliada para reducir el consumo es la olla a presión. Otra forma de ahorrar mientras se cocina es elegir sartenes y cazuelas que tengan la misma medida o ligeramente más grande que los fuegos de cocción. Así se evita malgastar el calor y se puede reducir en un 20% el consumo. Si además se tapan mientras se cocina, el tiempo de cocción será más breve y… más económico. En cuanto al horno, lo mejor es utilizarlo sólo para cocciones de más de una hora de duración. Para preparaciones más simples, lo mejor es usar el microondas, que consume hasta el 70% menos de energía.
Después de comer o cenar, mejor lavar platos y vasos con lavavajillas que a mano, eso sí, sin programas con secado. La nevera también puede ayudar a ahorrar. Ábrela el mínimo posible, enfría los alimentos antes de introducirlos y descongélalos en el interior. Lo más importante, sin embargo, es programarla a la temperatura adecuada: 5º el frigorífico y -18º el congelador. Cada grado de menos equivale a un 5% más de consumo. La colada también puede ser sostenible. Lo mejor es lavar con agua fría (el 90% de la energía se dedica a calentar el agua) y con carga completa. La secadora es otro de los electrodomésticos que más consume. Si tenemos lugar para extender la ropa, mejor no usarla.
No al consumo oculto
Otra forma de optimizar el consumo de nuestro hogar es desconectar los aparatos que no utilizamos. Nada de mantenerlos en stand-by, puesto que esto puede encarecer el consumo en un 2,3%. Lo mejor es enchufarlos a regletas con interruptor y, así, al apagarla desconectaremos todos los aparatos que no usamos en aquel momento: televisor, reproductor multimedia, consolas, equipos de música… y cargadores de todo tipo. El ordenador también cuenta a la hora de ahorrar. Hay que activar los modos de consumo reducido y apagado automático de la pantalla y desactivar lo salva-pantalla, que no sirve para nada a los monitores LCD y evitan que el ordenador entre en modo de reposo.
Luces, las justas
Y finalmente, ¿qué tenemos que hacer con las luces? Maximizar la cantidad de luz natural permite reducir el gasto en iluminación y en calefacción. Cambiar las bombillas incandescentes por otras de bajo consumo puede suponer un ahorro de unos ocho euros anuales de energía por bombilla. A pesar de que son más caras, duran hasta ocho veces más y consumen una quinta parte de energía para dar la misma luz. Las bombillas más eficientes son, sin embargo, las LED, que tienen un consumo muy bajo y una vida útil 30 veces superior que las incandescentes y 20 veces más que las de bajo consumo. El acto más sostenible energéticamente continúa siendo, sin embargo, apagar las luces al salir de una habitación.